En el cielo, Dios creó diversos seres espirituales como los serafines, querubines, príncipes, arcángeles y ángeles, todos con libre albedrío. Los querubines, guardianes del trono de Dios, tienen características especiales y sirven en Su presencia. Hubo una rebelión liderada por el querubín Lucero, que resultó en una batalla celestial y su posterior destierro junto a sus seguidores. A pesar de su caída, Dios les ofreció redención para regresar al cielo.
Lucero, ahora el maligno, buscó igualarse a Dios y fue expulsado por su rebelión. A través del engaño, logró que Adán y Eva desobedecieran a Dios en el Edén, introduciendo el pecado en la humanidad. El maligno busca destruir lo creado por Dios, pero Él tiene un plan de redención para restaurar a los seres humanos caídos.
Dios creó al hombre a Su imagen y semejanza, dotándolo de espíritu, alma y cuerpo. Adán y Eva, los primeros humanos, fueron tentados por el maligno en el Edén, resultando en la introducción del pecado en la humanidad. Las consecuencias de su desobediencia marcaron el destino del hombre en la Tierra.
La desobediencia de Adán y Eva trajo consecuencias espirituales y físicas, separándolos de Dios y del Edén. El maligno engañó a la pareja, corrompiendo sus corazones y llevándolos al pecado. Esta caída espiritual ha marcado la historia de la humanidad, con el mal presente en el mundo desde entonces.
Dios nos creó para servirle y adorarle, siendo Su propiedad y reflejando Su gloria. Aquellos que no cumplen con este propósito divino no están siguiendo el plan de Dios para sus vidas. A pesar de la presencia del mal en el mundo, Dios ofrece redención y restauración para aquellos que se arrepienten y vuelven a Él.